Por lo tanto, intento nutrirme de los métodos científicos y herramientas más eficaces de las diferentes escuelas psicoterapéuticas, adaptándolos a cada paciente.
En el caso de niños y adolescentes el trabajo se ve enriquecido con el uso del juego terapéutico, entre otras técnicas, que les ayudan a movilizar y reinterpretar situaciones que les causan malestar y les impiden desarrollarse con plenitud y bienestar.
Por otro lado, no concibo a las personas sin su entorno y el contexto en el que se desarrollan y por ello en la base de mi formación está la Intervención Sistémica y la Terapia familiar.
Para mí es importante comprender que no suele ser un único factor el que nos lleva a terapia, si no la suma de procesos, situaciones y relaciones que nos han ido acompañando a lo largo de la vida.