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Los pacientes nunca dejan de sorprendernos y enseñarnos

La psicoterapia es un proceso experiencial y de diálogo, en el que se establece un vínculo muy especial entre psicólogo y paciente y donde ambos se influencian mutuamente. No sólo los pacientes se transforman y aprenden, también lo hacemos los psicólogos.

Los discursos profesionales suelen estar centrados en las consecuencias que tiene la terapia en la vida de los pacientes y en la construcción de realidades terapéuticas. Sin embargo, hacer terapia impacta sobre la vida y el quehacer del terapeuta, al ser incorporado de una manera tan íntima en el mundo interno de los pacientes (White, 2002)

Más allá de las técnicas psicológicas que se apliquen o del modelo teórico desde el que se trabaje, el motor esencial de la terapia es el vínculo que se crea, la conexión emocional entre psicólogo y paciente. Esto implica apertura y entrega por parte de ambos.

Es un proceso en el que el terapeuta se pone al servicio del paciente, de manera que ambos pueden ser transformados. (Araya, Brito 2016)

En general, cuando los psicólogos hablamos del sufrimiento y del proceso terapéutico, solemos pensar en el beneficio que los pacientes obtienen. Sin embargo, nosotros también aprendemos de ellos y maduramos sobre nuestro propio sufrimiento. (Araya, Brito 2016)

Podemos reescribir y cambiar significados de ciertos acontecimientos de la vida en base a la resignificación que hacen los pacientes de sus vivencias. El trabajo de psicólogo te da el privilegio de acompañar a otros en sus caminos hacia un mayor bienestar y en ese proceso nos vamos transformando también. Esa transformación es importante y es un potencial terapéutico de la relación.

Algunas personas que acuden a consulta, lo hacen cuando están cerca de perder el control o cuando ya han tocado fondo. Depositan en el terapeuta todas sus esperanzas e incluso a veces ven a éste como una especie de “mago todopoderoso” que va a hacer desaparecer el malestar de forma rápida. Cuando entienden el proceso terapéutico y la responsabilidad que tienen en él, a su vez nos “humanizan” nuevamente y se hacen conscientes de que a pesar de que se trata de una relación asimétrica, están frente a otra persona que también sufre y tiene problemas.  Es curiosa la reacción de los pacientes cuando les expresamos agradecimiento y admiración por el coraje que han tenido al enfrentarse a una terapia. Suelen quedarse perplejos y ruborizados, como si no creyeran que ellos pueden enseñar o ser ejemplo para nosotros.

Es importante expresar a nuestros pacientes explícitamente lo que aprendemos de ellos, porque una cosa es mostrarle los recursos que tiene y otra mucho más potente es permitirle vivenciar esos recursos a través de nuestro reconocimiento y gratitud auténtica hacia ellos.

 

“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”.

Carl Gustav Jung

 

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